Pregón sincero, reflexivo, de recuerdos. El Pregón 2007 fue, como se había rumoreado semanas atrás, muy de los años setenta, donde palabras como «transistor» o «tocadiscos» parecieron retrotraernos a otras décadas. Pero pregón, al fin y al cabo, de un cofrade que ha vivido, ha mamado, desde pequeño, la Semana Santa, sus cofradías y los entresijos de éstas.
Y Pregón sin poesía, aunque tomase prestados versos de un tal Gustavo Adolfo Bécquer, que dejó claro de dónde provenían. Pero la sinceridad, a la hora de plasmar sus ideas, fue la constante de un Enrique Esquivias, sobre todo porque no eludió la responsabilidad encomendada, pero a la par reconoció que más que él, son los cofrades, la Sevilla que vive, sufre y goza con este tiempo, con la Semana Santa, la que debía de dar el Pregón.
Podemos escribir que el Pregón de Enrique Esquivias tuvo dos partes claramente diferenciadas. Bueno, tres. La primera, la denuncia y reivindicación. Y una segunda de recuerdos, de emociones, de sentimientos que surgían al rememorar sus vivencias años atrás, cofrade de a pie, hombre de la calle, costalero y nazareno.
Y Pregón sin poesía, aunque tomase prestados versos de un tal Gustavo Adolfo Bécquer, que dejó claro de dónde provenían. Pero la sinceridad, a la hora de plasmar sus ideas, fue la constante de un Enrique Esquivias, sobre todo porque no eludió la responsabilidad encomendada, pero a la par reconoció que más que él, son los cofrades, la Sevilla que vive, sufre y goza con este tiempo, con la Semana Santa, la que debía de dar el Pregón.
Podemos escribir que el Pregón de Enrique Esquivias tuvo dos partes claramente diferenciadas. Bueno, tres. La primera, la denuncia y reivindicación. Y una segunda de recuerdos, de emociones, de sentimientos que surgían al rememorar sus vivencias años atrás, cofrade de a pie, hombre de la calle, costalero y nazareno.
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