miércoles, 4 de marzo de 2009

Me Gusta...



Me gusta sentir el calor de mi gente cuando entro a la casa de hermandad, saber que sienten y palpitan con las mismas emociones que yo.

Me gusta sentirme uno más, ser hermano y participar todo el año con la ilusión de trabajar por mis titulares, viendo agradecido el esfuerzo en sus rostros.

Me gusta crecer como persona de la mano de mi hermandad, crecer en valores, en ser más humano y enfrentarme a la vida con una visión más real y cercana.

Me gusta alegrarme con los míos y prestar mi disposición a aquella gente que sufre, buscándole una sonrisa y aliviando su tristeza.

Me gusta el concepto de familia cofrade, siendo motor de nuestras corporaciones y llenando campos sociales que aún no ocupaban nuestras hermandades. Me gusta ver la familia entera en los cultos y esos padres que sean ejemplo y guía de sus hijos, no sólo transmitiendo lo externo, sino siendo modelo de educación.

Me gusta la honestidad, la pureza, la experiencia de los antiguos que llenan nuestras almas con todo aquello que les dejaron sus mayores y que lo transmiten de una forma sencilla y humana.

Me gustan los jóvenes que se acercan por primera vez a una hermandad para participar, siendo ejemplos de inocencia y de búsqueda de todo aquello que es nuevo para ellos. Me gusta que les hagan sentirse como miembro de toda la vida, enseñándolos y volcándose en hacerlos felices en el nuevo entorno.

Me gusta la formación guiada por directores espirituales comprometidos con su función, conocedores de su importancia, sabedores de que su ministerio está llamado a ser guía y luz de aquellos que poblamos las hermandades. Me gustan los sacerdotes que nos hacen vivir el Evangelio tal como lo aplican a la vida, haciendo de su lectura y su reflexión una enseñanza de calado entre los hermanos.

Me gustan los cultos fieles a la ornamentación litúrgica, donde los acólitos tengan un papel importante, conociendo sus funciones y practicando todo lo instituido por la Iglesia, constituyéndose como verdadero estamento en la hermandad.

Me gusta que mi hermandad crezca en lo social, llegando a todos los estamentos y participando como comunidad. Me gusta que la cultura sea una constante en todas las áreas de nuestra corporación.

Me gusta la hermandad que deja trabajar a su capataz, aquella que se acuerda del costalero todo el año, que lo hace uno más y le abre sus puertas a cambio de nada. Me gusta el trato cercano del capataz, ese que te tiende la mano como amigo y que se siente uno más de los de abajo. Me gusta que enseñen el oficio, aportando y sumando sapiencia a los suyos.

Me gusta la acción social que traslada nuestras aceleradas vidas a la realidad, acercándonos a aquellos que necesitan la ayuda en sus vidas. Me gusta trasmitir hermandad en actos solidarios, colaborando para aliviar corazones heridos por su dura existencia.

Me gusta el consenso entre los hermanos, apostando por proyectos donde prime el avance de la hermandad, buscando el crecimiento del patrimonio más allá de lo material.



Buscar que no me gusta no es tan difícil tarea
Pues es bien sencillo si a todo le das la vuelta
¿Difícil? ¿Será culpa del costal y de la baja visera?
¿O quizás del capirote que tú frente tanto aprieta?

¿Qué duro lo intentas pero no sale la cuenta?
¡No te preocupes porque tú mente no invierta!
Aunque mucho te lo impida o te nuble la torpeza
Haz un intento criatura y ejercita la cabeza



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