Hace unos meses se iba al cielo un joven, Pedro Dormido Jiménez, de la hermandad del Baratillo, un chaval que empezaba a vivir y que se iba a los regazos de su Piedad. Según cuentan, era un joven emprendedor, acólito del “Gran Poder” y el “Baratillo”, enamorado del mundo de las cofradías y de las tradiciones de Sevilla.
El hecho acaeció en Asturias cuando disfrutaba con una de sus pasiones, su grupo Scout. La noticia corrió como un reguero entre todo el orbe cofrade, que se conmovió ante tan triste noticia y se unió a la familia baratillera.
Hace unas semanas Charo Padilla entrevistó para “El Llamador” a la madre, Doña Mariví Jiménez, Diputada de Formación del "Baratillo". La entrevista es testigo de la Fe y de los valores que aún se atesoran dentro del mundo de las Hermandades. Su templanza nos hace ver que nuestras corporaciones van más allá de un estreno, más allá de las miserias de un puestecillo, más allá de ponerse en una foto, más allá de ridículas situaciones que solapan el ambiente fraternal que debe primar en una Hermandad. Las hermandades deben mirarse hacia dentro, echar los faldones abajo y no ser instrumento de promoción gratuita. Pobre de aquel que busque eso en este mundillo, pues pronto se aburrirá de ellas, pronto verá que su instrumento tiene fecha de caducidad.
Las corporaciones que basan sus grupos humanos en estamentos familiares sólidos, crecen en todos los aspectos, transmiten valores y vertebran la comunidad para crecer a nivel formativo, caritativo y espiritual.
Bueno no me desvío del tema que hoy os traigo, y parafraseando a otro gran Baratillero, D. Joaquín Moeckel, “Quién quiera saber que se compre un libro…”.
La mesura y la paz que transmiten las palabras de la madre, nos abren nuevos horizontes llenos de esperanza para alcanzar nuevas metas. En la entrevista, destaca la sencillez de una familia cristiana, sobreponiéndose a una desgracia con el apoyo de Cristo y María, y que se ven reflejados en los hermanos del “Baratillo”.
Os dejo la entrevista íntegra y el emocionado recuerdo que le brindó Antonio Cattoni.
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