Hoy es el día que se abre la cancela de los sueños, parecía que no iba a llegar nunca. La ansiedad por este tiempo nos hace vivir el resto del año prisioneros de nuestra pasión.
Hoy se impondrá la ceniza sobre nuestra frente como un acto más en la tradición que nos marcan las fechas, pero no podemos quedarnos ahí.
Hace unos años (no tantos) todos o casi todos veníamos del colegio con nuestra frente marcada por esa gris marca. Era una tradición llevar a los niños a la Iglesia para que conociéramos no sólo un acto sino para enseñarnos e inculcarnos el significado de aquello que quizás no llegábamos a comprender. Poco a poco nos fuimos haciendo mayores y asimilamos todo lo que aquello significaba.
No seré yo quien intente transmitir la doctrina cristiana, pues para eso hay personas cualificadas, algunas comprometidas y otras por desgracia menos afortunadas en sus acciones. Pero me gustaría hacer una reflexión, un inciso ante la vorágine que está por venir.
La imposición de la ceniza supone un acto de penitencia con un significado propio que no es otro que el del Arrepentimiento. La ceniza no es más que una simbología adquirida por la tradición como pórtico para este tiempo de abstinencia, oración y reflexión. Hoy cuando estemos en hermandad o en nuestras tertulias no pensaremos en las carencias de nuestra sociedad, en como han cambiado los tiempos en la educación cristiana, en la falta de conexión entre la juventud y los valores cristianos. No podemos dejar de preguntarnos que errores estamos cometiendo para que esos valores que transmitía la familia hoy no aparezcan. No basta con echar la culpa al paso de los tiempos y a la actitud de la juventud ante la Iglesia. Algunos errores estaremos cometiendo, algo habrá para ponerle tantas trabas a la educación cristiana, quizás nos hemos ocultado detrás de nuestros símbolos sin saber transmitir la palabra de Dios. Con ello no sólo culpo a los sectores de la Iglesia que viven aburguesados y sin aportar nada (a los demás), también me refiero a los padres que no han sabido ser difusores de su fe mediante la práctica de una ética y una moral cristiana. La pérdida de importancia del modelo familiar ha dejado desestructurado los hogares, dejando a los niños sin un referente para construir una personalidad madura.
Sé que me alejo en ocasiones de aquello que demandáis hoy de este Blog, pero no puedo olvidarme del dolor que se vive hoy en una casa de Sevilla porque aún el cadáver de su hija no ha aparecido, la vida para esa familia se ha difuminado, se han talado las ilusiones sumiéndolos en un dolor que se podría haber evitado. La educación que nos transmitían antes con la imposición de ceniza iba más allá de un simple rito, nos hacía reflexionar y nos ayudaba a saber aquello que está bien o aquello que está mal más allá del pecado, porque nos enseñaba a no ofender, a respetar y a ser mejores personas. Esa serie de enseñanzas con un modelo cómo era Jesús no nos imponía una fe sino que nos marcaba las directrices para ser más humanos. Estos personajes que han destrozado a una familia son el fruto de esa carencia que vive nuestra sociedad, esa juventud es la que puebla en nuestras calles, aportando sólo un sin fin de temores para todos los que habitamos en paz.
Hoy se impondrá la ceniza sobre nuestra frente como un acto más en la tradición que nos marcan las fechas, pero no podemos quedarnos ahí.
Hace unos años (no tantos) todos o casi todos veníamos del colegio con nuestra frente marcada por esa gris marca. Era una tradición llevar a los niños a la Iglesia para que conociéramos no sólo un acto sino para enseñarnos e inculcarnos el significado de aquello que quizás no llegábamos a comprender. Poco a poco nos fuimos haciendo mayores y asimilamos todo lo que aquello significaba.
No seré yo quien intente transmitir la doctrina cristiana, pues para eso hay personas cualificadas, algunas comprometidas y otras por desgracia menos afortunadas en sus acciones. Pero me gustaría hacer una reflexión, un inciso ante la vorágine que está por venir.
La imposición de la ceniza supone un acto de penitencia con un significado propio que no es otro que el del Arrepentimiento. La ceniza no es más que una simbología adquirida por la tradición como pórtico para este tiempo de abstinencia, oración y reflexión. Hoy cuando estemos en hermandad o en nuestras tertulias no pensaremos en las carencias de nuestra sociedad, en como han cambiado los tiempos en la educación cristiana, en la falta de conexión entre la juventud y los valores cristianos. No podemos dejar de preguntarnos que errores estamos cometiendo para que esos valores que transmitía la familia hoy no aparezcan. No basta con echar la culpa al paso de los tiempos y a la actitud de la juventud ante la Iglesia. Algunos errores estaremos cometiendo, algo habrá para ponerle tantas trabas a la educación cristiana, quizás nos hemos ocultado detrás de nuestros símbolos sin saber transmitir la palabra de Dios. Con ello no sólo culpo a los sectores de la Iglesia que viven aburguesados y sin aportar nada (a los demás), también me refiero a los padres que no han sabido ser difusores de su fe mediante la práctica de una ética y una moral cristiana. La pérdida de importancia del modelo familiar ha dejado desestructurado los hogares, dejando a los niños sin un referente para construir una personalidad madura.
Sé que me alejo en ocasiones de aquello que demandáis hoy de este Blog, pero no puedo olvidarme del dolor que se vive hoy en una casa de Sevilla porque aún el cadáver de su hija no ha aparecido, la vida para esa familia se ha difuminado, se han talado las ilusiones sumiéndolos en un dolor que se podría haber evitado. La educación que nos transmitían antes con la imposición de ceniza iba más allá de un simple rito, nos hacía reflexionar y nos ayudaba a saber aquello que está bien o aquello que está mal más allá del pecado, porque nos enseñaba a no ofender, a respetar y a ser mejores personas. Esa serie de enseñanzas con un modelo cómo era Jesús no nos imponía una fe sino que nos marcaba las directrices para ser más humanos. Estos personajes que han destrozado a una familia son el fruto de esa carencia que vive nuestra sociedad, esa juventud es la que puebla en nuestras calles, aportando sólo un sin fin de temores para todos los que habitamos en paz.
2 comentarios:
Llevaba mucho tiempo sin visitarte... y no por falta de ganas. El caso es que ayer me acordé mucho de ti. Estuve en la Misa de Ceniza por cuestión profesional y caí en la cuenta de que, efectivamente, son ya sólo cuarenta los días que nos quedan para sumergirnos en la Pasión. En la auténtica Pasión. En la Vida.
Se me encoge el corazón.
Pues si la Verdad es q ya estamos...ahi, ahora es cuando empieza lo bueno....
PD yo tb hace bastante q no entro x tu blog, me pongo un punto negativo jejeje.
Un saludo!!!
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