Quizás por el titulo muchos penséis que hoy toca una crónica taurina sobre la Feria de Jerez (que podría ser), pero nada más lejos de la realidad. Cuando se hace una crítica taurina, una critica sobre flamenco, o bien, una critica sobre una cofradía en la calle (por poner algunos ejemplos) debemos tener siempre en cuenta que al criticado le queda la oportunidad de enmendarse la siguiente vez. La vida siempre da una segunda oportunidad a aquellos que se esfuerzan, aspirando a cambiar y a crecer.
Quizás en la formación, en lo artístico o en lo profesional cabe la oportunidad de avanzar, procurándose un prospero futuro ganado a través de la ilusión y la fe en las posibilidades.
Este crecimiento no tiene límites siempre que se tenga la cabeza bien amueblada, sabiendo asimilar los cambios, sin olvidar de donde venimos, apreciando todo lo que has alcanzado, recordando todo y todos los que has tenido que dejar a un lado para llegar a ese objetivo y teniendo los pies en el suelo porque no sabes cuando puedes volver al punto de partida.
Casi todas las facetas de la vida son mejorables durante determinadas etapas, por el contrario, hay otras tantas que están obligadas en asimilarse a unas edades determinadas y acompañadas siempre por un entorno adecuado.
La juventud es una etapa reveladora de todo aquello que se ha ido forjando durante la infancia y la adolescencia. El respeto, la educación, los modales, el uso de la palabra, el saber estar (el como y con quien), el saber escuchar etc. Todo debe ser un espejo donde se refleja el núcleo familiar. Esa honra por aquellos que nos educan en los valores está totalmente en desuso. Todas esas aristas que conforman la educación tienen una base creadora y a ella es adonde hay que mirar cuando encontramos problemas.
La sociedad ha cambiado mucho durante las últimas décadas, el modelo de familia ha ido deteriorándose. Muchos pensaran que el problema tiene el punto de partida en la dejadez, en la desidia y en la falta de tiempo de los padres, pero también todo lo contrario, el proteccionismo desmesurado y la creación de auténticos “principitos sin reino” lleva a los jóvenes a perder el norte. Los padres se ven en la responsabilidad de interpretar el modelo de educación, aunque muchas veces no tienen en cuenta que la enseñanza de los valores a impartir es una continuidad de la suya propia.
No menos cierto es que algunos están marcados por circunstancias particulares (la muerte del padre o la madre o encontrarse con la separación de los mismos), aunque estas no son óbice para llegar a formar personas integras, siendo estas circunstancias una experiencia que forje su madurez (para algunos es una barrera insuperable y se crean un muro lleno de desconfianza hacia los demás, manifestándose en cada una de las facetas de su comportamiento).
No esperaba extenderme tanto, pero cada vez entiendo menos a las nuevas generaciones (que no son los del PP). Se ha perdido el respeto a la vida (con leyes aprobadas en el Congreso), se han disipado las conciencias y todo esto parece no tener fin.
Los baremos que marcan el nivel de los valores de nuestra juventud y su incorporación a la sociedad están totalmente desactualizado, el todo vale se ha apoderado de aquellos que deben ser el futuro y muchas veces nos sentiremos “atropellados” por la falta de conocimiento de los limites entre los correcto y lo incorrecto (en resumen la falta de vergüenza).
2 comentarios:
Absolutamente de acuerdo. Me da miedo pensar que, dentro de poco,esta generación será quien nos gobierne.
No se educa en valores y sí en el todo vale, lo mismo en la familia que en los planes de estudio.
Pero claro,los que pensamos así,"no estamos con el progreso".
Completamente de acuerdo.A veces,
algunos padres hemos pensado que a
nuestros hijos había que darles to-
do aquello que nos faltó a nosotros
Quien no supo saber donde estaba la
linea que separaba el bien del mal
se subió al carro del "todo vale" y
así les va,porque ¿qué valores les
pueden trasmitir a sus hijos?
Menos mal que algunos hijos salie-
ron buenos.¿no? Je.je...
Publicar un comentario