jueves, 19 de marzo de 2009

De Padres y Educación...




Se cansan los oídos de escuchar las noticias contradictorias sobre el caso de Marta del Castillo, la vergüenza es un concepto vacío para estos niñatos que mantienen en alerta a la opinión pública.
Es realmente terrorífico que almas tan despiadadas puedan habitar entre nosotros, inundando ciudades con sus modismos y lindezas transmitidas de unos a otros.
Hoy es el día del “Padre”, hasta ahí podríamos pensar que se celebra de una forma simbólica o comercial como tantas celebraciones y efemérides que salpican los calendarios. Pero hoy no me gustaría pasar por alto la responsabilidad que encierra el significado de esas cinco letras, siendo la parte de engendrar la más sencilla de ese todo. Lo complicado viene después, cuando una vez que se le da vida a la vida y el proyecto de “ser” se vuelve realidad. Es aquí cuando el compromiso se hace importante, comenzando las obligaciones y la necesidad de proveer al niño de herramientas para ser un individuo social. El padre inicia la formación de una forma natural, sin reglas escritas, aportando, transmitiendo y participando en todo aquello que debe ser la base para crecer como persona. Y llegado a este punto me pregunto ¿Qué grado de implicación están teniendo los padres? ¿Por qué los padres se inhiben de ese proceso?

No pido que los hijos se lleven de la mano haciéndolos continuación de nuestros deseos y nuestras frustraciones, porque de esta forma jamás se desarrollaran como personas, sino que serán una repetición de nuestras vidas y no habrá sitio para sus inquietudes (aunque algunos jóvenes se sienten cómodos así, no creo que sea la forma adecuada para desarrollar otras capacidades desconocidas que puedan tener a priori).

Los patrones para hacer buenas personas deben estar basados en el respeto, en los modales, en la sensatez, en la prudencia y en el conocimiento de que somos reflejo de todos aquellos que sacrificaron su tiempo por nosotros.

Hoy me pongo del lado del sufrimiento, de la tristeza, de la desolación, de ese padre que hoy sufre porque no encuentra ni el cadáver de su hija y ese abuelo que con tanta entereza está soportando los peores momentos de su vida. Con las manos vacías tras tanto tiempo, siguen luchando y siguen siendo padre aunque ella ya no este entre ellos.
Cuando esos jóvenes se desdicen mil veces ante la justicia no lo hacen de una forma conciente, sino que proyectan un comportamiento común y que han ido adquiriendo con el tiempo. Así miles de chavales se mueven en un mundo basado en la mentira y en el todo vale, dejando lo aprendido totalmente apartado, pues no les aporta nada en estas pandillas de barriada que confunden la realidad con la ficción de sus vidas.
Quitar esa lacra social de nuestras calles debe ser un reto, empezando por informar a los padres, comprometiéndolos en su importante cometido para que tengan constancia de la educación de sus hijos.

La figura paterna debe revalorizarse ante la mentira, ante esta sociedad llena de falsedad donde la amistad es algo tan volátil que apenas tiene valor. Los nuevos modelos de familia lo único que conseguirán será desvertebrar un poco más nuestras casas, abandonando a su suerte a chavales que nunca tendrán un modelo de cariño.

Ojala que el sufrimiento del Padre de Marta se vea reconfortado por Dios y su Bendita Madre.

Por Cierto, Felicidades Papá.



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