Shiban es el nombre de un bello emplazamiento en Yemen, cuya Ciudad Antigua y Muralla fueron declarados Patrimonio de la Humanidad en 1982. Es una espectacular mini-ciudad aislada en medio del desierto, en cuyos característicos «mini-rascacielos» de entre 5 y 11 pisos viven unos 7.000 habitantes. La apodan cariñosamente como «El Manhattan del desierto»
El conjunto de estos edificios es considerado por la Unesco “el ejemplo más antiguo y mejor conservado de planificación urbana basado en el principio de construcción vertical”. Rascacielos en el desierto. En la ciudad de Shibam es donde se elevan torres de adobe de hasta nueve pisos y más de 500 años.
Un conjunto de edificaciones se levanta de la arena del desierto desafiando la gravedad y emitiendo destellos dorados. Se trata de la increíble ciudad yemení que precedió al centro financiero del mundo moderno.
Fue la riqueza del incienso la que contribuyó a levantar uno de los más extraordinarios ejemplos de la arquitectura local que luego se repetirá en otras ciudades de Yemen como Kawkaban o el casco antiguo de Sanaa. Sin ninguno de los sólidos materiales que siglos después permitirían la construcción de rascacielos, utilizando tan sólo adobe y troncos de palmera, alzaron torres de hasta nueve pisos sobre cimientos de piedras.
A pesar de lo modesto de los materiales, la variedad de diseños con los que se adornan las fachadas convierten Shibam en un verdadero museo al aire libre. No sólo la Gran Mezquita o la Casa de Jarhum, el edificio más antiguo de la ciudad, están decoradas con celosías y puertas de madera antiguas.
Tras la gran entrada todavía hoy, la imagen de la ciudad fortaleza resulta imponente. Es una concepción urbanística que recuerda a la ciudad musulmana. Sólo que Shibam, la Shibam del Hadramaut (porque hay otras Shibam en Yemen), se levantó varios siglos antes de la aparición del Islam, una religión que sus habitantes enseguida abrazaron con fervor y más tarde ayudaron a extender por el sudeste asiático, desde Java hasta Singapur. Sin los intercambios comerciales que generaban prosperidad, los habitantes de Shibam tuvieron que emigrar.
El edificio más alto de Shibam tiene ocho plantas que se levantan 29,15 metros sobre el suelo y 36,51 sobre el lecho del río. Los hay también de seis y siete pisos, pero la mayoría poseen cinco.
El proyecto de rehabilitación de Shibam intenta crear nuevas estructuras económicas y sociales que permitan que esta ciudad única siga siendo una comunidad con vida y no un mero museo. Los maestros constructores de la ciudad han formado una asociación gremial que promociona el comercio y se asegura de que los contratos gubernamentales en la ciudad se hagan con mano de obra local y de acuerdo con la tradición.
El conjunto de estos edificios es considerado por la Unesco “el ejemplo más antiguo y mejor conservado de planificación urbana basado en el principio de construcción vertical”. Rascacielos en el desierto. En la ciudad de Shibam es donde se elevan torres de adobe de hasta nueve pisos y más de 500 años.
Un conjunto de edificaciones se levanta de la arena del desierto desafiando la gravedad y emitiendo destellos dorados. Se trata de la increíble ciudad yemení que precedió al centro financiero del mundo moderno.
Fue la riqueza del incienso la que contribuyó a levantar uno de los más extraordinarios ejemplos de la arquitectura local que luego se repetirá en otras ciudades de Yemen como Kawkaban o el casco antiguo de Sanaa. Sin ninguno de los sólidos materiales que siglos después permitirían la construcción de rascacielos, utilizando tan sólo adobe y troncos de palmera, alzaron torres de hasta nueve pisos sobre cimientos de piedras.
A pesar de lo modesto de los materiales, la variedad de diseños con los que se adornan las fachadas convierten Shibam en un verdadero museo al aire libre. No sólo la Gran Mezquita o la Casa de Jarhum, el edificio más antiguo de la ciudad, están decoradas con celosías y puertas de madera antiguas.
Tras la gran entrada todavía hoy, la imagen de la ciudad fortaleza resulta imponente. Es una concepción urbanística que recuerda a la ciudad musulmana. Sólo que Shibam, la Shibam del Hadramaut (porque hay otras Shibam en Yemen), se levantó varios siglos antes de la aparición del Islam, una religión que sus habitantes enseguida abrazaron con fervor y más tarde ayudaron a extender por el sudeste asiático, desde Java hasta Singapur. Sin los intercambios comerciales que generaban prosperidad, los habitantes de Shibam tuvieron que emigrar.
El edificio más alto de Shibam tiene ocho plantas que se levantan 29,15 metros sobre el suelo y 36,51 sobre el lecho del río. Los hay también de seis y siete pisos, pero la mayoría poseen cinco.
El proyecto de rehabilitación de Shibam intenta crear nuevas estructuras económicas y sociales que permitan que esta ciudad única siga siendo una comunidad con vida y no un mero museo. Los maestros constructores de la ciudad han formado una asociación gremial que promociona el comercio y se asegura de que los contratos gubernamentales en la ciudad se hagan con mano de obra local y de acuerdo con la tradición.
Os dejo un reportaje en inglés sobre este interesante paraje.
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