viernes, 15 de abril de 2016

La adversidad


 

 
Recuerdos de una tarde abrileña en el banco de una iglesia, donde unos pocos contados, sin saberlo, abríamos una nueva senda. En el altar, mi amigo con una libreta empezaba a desglosar un decálogo de ideas, esbozos de un camino que nacía sin más pretensión que destapar el tarro de las esencias.
Hoy, pasada una decena de años, puedo decir que aquello fue el principio de una bella locura que ya es una realidad que camina y sigue tomando forma por ese escenario llamado Jerez.  
Alguien puede pensar que fue un camino de rosas, que todo fueron ánimos y que la vida se puso de su parte para que todo saliera a pedir de boca. Y no, no fue así, la adversidad en forma de desdicha apareció mil veces buscando frustrar el decálogo de aquella libreta. Libreta de apuntes que subrayaban mandamientos de un oficio que siempre fueron para él innegociables. La libreta mezclaba oficio y valores, vida y costales, sueños y realidades, formalidad y compromiso. Y algo que siempre fue su seña de identidad: la amistad forjada con lealtad y que compartía una realidad clara y rotunda: “el oficio de costalero”. 
De allí salimos un grupo humano que mantuvimos el hilo de esos apuntes de certeza. No nos pudo el tiempo ni la desidia. Éramos y seremos una piña, por muy lejos que estemos, por mucho que no siempre se pueda, persiste imborrable aquella esencia. Esa que nos llevó a sacar pasos todos juntos allá donde fuera, de noche de vasos, de ferias y convivencias. Grupo humano que fue creciendo bajo un mismo sentir común, compartiendo, ampliando almas que hoy lo hacen numeroso y firme, tal como se pensó aquella vez primera.
Ni los reveses de la vida, ni aquellos ingratos que nunca vieron más allá, ni aquellos que en algún momento quisieron subirse a un carro que no acepta vanidades ni intereses. Nadie puede tumbar unas formas que defienden con esmero la verdad del que busca y preserva la “dignidad del costalero”. Dignidad del costalero: concepto éste denostado con argumentos sin base y que pretenden quedarse con lo externo. Ahonden, profundicen y conozcan que debajo de los pasos también hay historias humanas que sirven para darle más sentido, si cabe, a ese gran honor de llevar a Cristo y a su Bendita Madre.
Impulso orgulloso de mis palabras al ver que los años han servido para darle sentido a una libreta que no ha perdido ni un ápice de rigor. Los avatares, la salud, la familia, la madurez, tu hijo y la adversidad no te han cambiado, al contrario, han afianzado ese borrador de proyecto que sigue sumando tardes de primavera.
Libreta de ropas bien hechas, de costales bien tirados, de puntualidad, de compromiso con el compañero, de honestidad, de unión, de respeto a la experiencia, de obediencia, de ser uno más sin destacar ni apariencias, de las risas cuando pegan y de silencios cuando el trabajo así dispusiera. Libreta que en mi recuerdo hoy merecían estas letras, en este momento, cuando las cofradías van llegando y el trabajo ofrece su recompensa.  
Semilla de años que dejaste en Sevilla y que Sevilla recuerda. Que trasladaste a Jerez, ahora de otra manera, y que va tomando forma como las botas en las bodegas van adquiriendo matices nuevos para que nunca se pierda ese puñado de apuntes firmados de puño y letra. Los míos, siempre los míos, de Jerez de la Frontera.  
 
 
 

 

 

 

No hay comentarios: