YA lo dije, y el que avisa no es traidor: ahora, ahora es cuando hay que preocuparse por la crisis y por la huelga. No cuando nos dijeron que el euríbor empezaba a ver el 5 en su índice. Ni cuando nos anunciaron que el IPC anual alcanzaba el 4,6 por ciento y que el PIB, niveles leperos de ni frío ni calor: 0 grados. Ni cuando anunciaron que el Ibex 35 va para atrás que escarba, como el cangrejo. De nada de eso nos preocupábamos, ni de cuando íbamos al Carrefur y veíamos los carritos medio vacíos. O cuando en el supermercado del Cortinglés en la Magdalena nos encontrábamos a las cajeras de brazos cruzados, haciendo el sudoku, que yo lo he visto.
De nada de eso había que preocuparse en lo más mínimo.
Ahora, ahora es cuando hay que preocuparse, porque se desploma el verdadero indicador no sólo de la actividad económica sevillana, sino del miedo que tenemos en el cuerpo a causa de la crisis.
Lo que no sé es cómo el Ayuntamiento no ha puesto sus banderas a media asta en el balcón de la Plaza Nueva; ni sé cómo algún prioste moña no ha pensado en vestir de luto a su Virgen; ni sé cómo en las botellonas callejeras del viernes no se mandó guardar anoche un minuto de silencio.
Porque la cosa, insisto, es gorda.
Señores, que cada cual rece lo que sepa.
Que no cunda el pánico.
Las mujeres y los niños, primero.
Porque, señores, Heineken (ella de soltera Cruzcampo) ha reducido a la mitad la producción de cerveza en su fábrica de Sevilla. Que le pongan crespón negro a la Giralda, y a la torre de la Vela y a la Alhambra de Graná. Y que lleven negro luto las mocitas. Y que los chupatintas de la Junta porten sus bolígrafos a la funerala, porque esto sí que es gordo, qué desgracia más grande, Dios mío de mi alma.
—¿Pero qué me dices? ¿Que Heineken ha reducido a la mitad su producción?
—Sí, por la huelga de los camiones: porque no les llegaba la cebada al cuerpo, ni podían sacar los residuos del mosto para reciclarlo, ni podían salir los vehículos de reparto, ni ná de ná.
—¿Y ha sido así, de pronto?
—De repente, fíjate.
—Pero si yo la vi, ¿cuándo fue?, anteayer, eso, anteayer, y estaba tan buena, tan espumosa, tan rica, tan fresquita...
—Pues nada, hijo, de golpe, ¡zas!, media línea de producción que han cerrado.
—Como que no somos nadie...
—Y sin Cruzcampo, menos. ¿Qué va a ser de nosotros ahora sin espumosa? ¿Cómo vamos a poder superar la crisis y la huelga de transportistas como aquí en Sevilla arreglamos los problemas, que es olvidándolos mientras nos tomamos la mejor cerveza del orbe, que es la que tenemos aquí, y que con el tanque de salmuera se vaya el mundo a tomar por saco, y a la recesión que le vayan dando?
—Hombre, tan grave no es todavía la cosa.
—Sí que es grave. Cuando cierra Heineken es como lo de El Tremendo. Pueden cerrar Santa Catalina, a Santa Catalina que le den, pero a El Tremendo que no me lo toquen. Yo que estaba tan contento con que habían vuelto a abrir El Tremendo, y viene Heineken, plas, y anuncia Julio Cuesta con cara de Santo Entierro, pero sin chaqué del Consejo, que cierran media línea de producción y envasado.
—Pero queda la otra media línea de producción, hombre.
—¿Y tú crees que los sevillanos vamos a tener bastante con media Cruzcampo sólo? Imposible. Y sin cerveza, pues fíjate, vamos a tener que empezar a preocuparnos de verdad por la crisis, y por la que tenemos en todo lo alto, y esto no va a parecer Sevilla, con la gente dejando de gastarse en los bares el dinero que no tiene...
—Lo malo no es eso. Lo malo es que yo iba a levantar mi caña de cerveza para brindar por Heineken y felicitarla por haber retirado la publicidad de esa cloaca televisiva que es una secta donde ofenden nuestros sentimientos religiosos, pero, ya ves, no tengo espumosa ni para celebrarlo.
—Con el Indice Gambrinus hemos topado, amigo Sancho. Ojú, ahora sí que es gorda la crisis.
2 comentarios:
aaaajajajaja que bueno!!
GRANDE, GRANDE, GRANDE, GRANDE, mas GRANDE no se puede ser.
El Maestro Burgos es un monstruo.
CHAPO!!!!!!!!!!!!!!!.
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