martes, 21 de abril de 2009

La Calle.





No sé si es una impresión mía (impresión “aislada”), o tengo cierta sensación que la Semana Santa se nos está yendo de las manos. Las calles cada vez se vuelven más variopintas o quizás nuestra sociedad es cada vez menos genuina. Una mezcla extraña de “pandillas varias” ocupa aceras y bullas, buscando algo distinto, que pese a suceder en su ciudad es lejano para ellos. Un espectáculo al alcance de sus manos que discurre sin pedirles nada a cambios y en el que ellos se sienten libres para actuar de la misma manera que lo hacen en una botellona de barriada.

Las ciudades han crecido a más velocidad que la educación y los valores, confundiéndose muchas veces los limites del comportamiento. El baremo no es el mismo para esos que han crecido rodeados de unas carencias sociales, para esos que ir al centro se convierte en una excursión extraordinaria buscando sensaciones y momentos que extrañan por la falta de cultura (“cultura del comportamiento cívico”, mira que saquen otra asignatura).

Son muchas las reflexiones que se me han planteado durante la Semana Santa, muchos momentos en los que uno se plantea que estamos criando, ¿Quién o qué los mueve?
Las formas y el respeto que llevan las hermandades de barriada demuestran que aún hay familias que saben adaptarse a las circunstancias pero no pierden ni un ápice de aquella herencia de mesura y prudencia que les dejaron sus mayores, esos que sí conocieron los centros de las ciudades y que bebieron de la fuente de sus tradiciones en primera persona.

Muchas ciudades han convertido sus barriadas en verdaderos viveros de jóvenes sin sentido, chavales marcados por una moda extraña (lo bien que le queda a un americano una gorra…), por unos ideales y gustos que llegan a la mas rara confluencia cuando llegan a las cofradías. Quizás sea un fenómeno extraño pero no descubro nada diciendo que al lugar que más llegan este tipo de personajes de dudosa estética a las Bandas de CC y TT, no sé las motivaciones ni los parentescos con su mundillo pandillero. Tíos que vestidos de “capitán de republica bananera” (lo siento pero así son la mayoría de los uniformes) se sienten el centro del universo moviendo alrededor una calaña incontrolable. Cuando hablo de este movimiento obviamente no me refiero a todas (Dios me salve hay Bandas que son ejemplo de todo lo contrario) pero que lleva un chaval que escucha Hip Hop o Reggaeton a buscar el sonido clásico y barroco de una pieza de musical de paso de Cristo. ¿Qué paralelismo hay con sus costumbres y con sus formas?, ¿Qué mueve a tantos a participan en ellas e ir cerca de estas bandas grabando sonidos y cangrejeando de espaldas al paso? Para mi la Semana Santa es un todo, un todo uniforme, con sus ritos, con sus costumbres y tradiciones, marcadas desde el rigor de un nazareno hasta la seriedad en la vestimenta de aquel que las observa con respeto (el resto del año vístete como quieras pero que no has salido a ver unas cornetas sonar, que esto es un todo incluido y lo mismo que no vas en vaqueros a una entrevista de trabajo no se debe ir a ver a Dios de cualquier forma). Sé que muchos no lo entienden así pero hay tantas cosas que no llegan a comprender que seguirán viendo las cofradías desde un prisma limitado.

Los problemas y los disturbios que se dan en la calle son culpa de aquellos que dan normalidad a todo lo que sucede en su ciudad, esos que gobiernan mirando hacia otro lado, esos que dejaron a los grafiteros pintar los contenedores con motivos “cofrades”, esos que no pierden la oportunidad durante el año de señalar a la Iglesia como mal de nuestros días, esos que marcan con un espacio a la derecha y a la izquierda, apartando, diseccionando una sociedad que no sabe ni comportarse una noche al año.

Sevilla no ha aprendido la lección de los hechos acontecidos con el caso de Marta del Castillo, al menos en este tipo de juventud no ha debido calar, porque no podía haber más chavales con sudaderas con las capuchas puestas (sí, como el sinvergüenza que viaja de Morón a los Juzgados de vez en cuando para seguir con sus mentiras). Estos sembraban el centro de la ciudad, en grupitos con sus mejores galas y de vez en cuando, salpicando la Madrugá, también se veían muchos de estos que llevan el pañuelito palestino y que pueblan la Plaza del Pumarejo y alrededores (con acentos de lo más variado…). Todos estos que fueron a ver si las Angustias llevaba el manto de Carrasquilla o el de la Duquesa o fueron a ver si el Gran Poder volvería a llevar la túnica bordada, no intenten convencerme con “hechos aislados”, yo estaba allí en La Magdalena y créanme que dos personas no organizan tal tumulto.

Pero es igual, nada cambiará, se solapará todo y seguiremos avanzando aunque sea a la pata coja. Me quedo con los nazarenos que se volvieron a sus casas, con esos niños que le reventaron la noche de la ilusión y con aquellos de fuera que han jurado que no volverán más a una Madrugá a Sevilla.

Para el 2010 no cambiaran mucho las cosas y volverán a llevar los pasos más policía aún, haciendo imposible ver las cofradías a aquellos que nos gustan, de esta manera, cada uno tomará la decisión que le parezca más acorde. La mía será la de ver las hermandades por la mañana del Viernes Santo, las que pueda ver, quedándome con el sabor del aún respetado y sevillanisimo Jueves Santo.


1 comentario:

Trianeando dijo...

Todavía dura la sonrisa en mi la cara, cuando viene a mi memoria la revirá en Plaza Nueva-Tetuán a los sones de esta magnífica marcha.......
Cuantas sensaciones, y todas buenas.
Hasta el año que viene, pero siempre con esa sonrisa que refleja la plenitud máxima bajo un paso por Sevilla.

Besos.